'En plena tempestad', relato de Emil Cioran
El día después siempre es
tranquilo, ya se sabe, la resaca y el cansancio hacen que esté tirado como un
muerto en el sillón mirando la tele aunque me importe una mierda lo que estén
echando en ella. Sin embargo, hoy me he levantado de muy mala leche, y con
impulsos homicidas y suicidas. Ha aflorado mi odio a este mundo y a esta vida y
a mi mismo por estar en ella. Pongo Presuntos Implicados en la cadena de
música, me gusta su voz y me gustan sus canciones, me relajan y quizás consiga
ponerme en paz conmigo mismo y el mundo. Tengo ganas de llorar pero no lo
consigo, la rabia me lo impiden, desearía golpearlo todo y tirarlo por la
ventana y luego yo detrás, pero vivo en un primero, ¡no vale la pena!. Odio y
rabia, tristeza y derrota, cansancio y resaca, todo esto a la vez es lo que
siento, y la verdad, levantarse así es asqueroso, o mejor dicho, levantarse a
un nuevo día es asqueroso.
Nos echan a este mundo, y
nadie nos ha preguntado si queríamos nacer, nadie nos previene de lo que nos
espera, ingenuo pensamiento el que dice que la vida es un don, algo que
deberíamos agradecer cada día que nos despertamos y cada día que pasamos y
seguimos aquí... Yo pienso (y empiezo a pensar que pienso demasiado) que
también puede ser una carga, una pesada carga, que día a día algunos de
nosotros llevamos encima sin poder quitárnosla, pero deseando hacerlo. No estoy
loco, nadie debe juzgar que mi lucidez significa locura, ¿o quizás sí?, y por
eso los cuerdos están en el manicomio. Lo he intentado, claro que lo he
intentado, pero la ¿gracia? del asunto es que he fracasado... Así que aquí
sigo, sin saber muy bien qué hacer. Una de las cosas que tengo más claras, es
que la sociedad tal como es ahora, no me gusta, vivo en ella porque no me queda
otro remedio, y porque al mismo tiempo que la aborrezco, la necesito para
subsistir. Pero no me gusta, quizás en lugar de ¿avanzar? tanto en el campo de
la tecnología, de la ciencia, del consumismo,... Deberíamos pararnos en seco y
mirar atrás, mirar lo que vamos dejando a nuestra espalda, recapacitar y
meditar en si realmente estamos siguiendo el camino correcto, o por el
contrario, estamos destruyéndolo todo a nuestro paso como Atilas de pacotilla.
Mi pesimismo, como le llaman los demás, o lucidez, como le llamo yo, es una
pesada carga que tampoco pedí llevar. Es difícil vivir así, y casi merezco una
medalla por, a pesar de todo esto, seguir levantándome cada día, ir al trabajo
y colaborar en algo que no deseo que siga así, sino aniquilarlo. La
aniquilación es renovación, porque al final de ella, la vida (esa eterna
inmortal) vuelve a resurgir... Si tuviese el poder, destruiría al hombre,
limpiaría de la tierra su huella y la dejaría libre para que la naturaleza recupere
lo que siempre ha sido suyo. Y quizá, en un futuro lejano, la evolución haría
que un nuevo ser inteligente poblara este planeta. Porque no considero que el
hombre sea un ser superior, ni inteligente, creo que es un ser peligroso por su
gran (casi ilimitada) capacidad de contaminación. Y su carente capacidad de
creación, allí donde toca, la caga. Dejando un montón de mierda a su paso.
¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ? ¿POR
QUÉ NADIE ME AVISÓ? ¿POR QUÉ, PADRES, ME OBLIGASTEIS A NACER? ¿POR QUÉ A CADA
PASO QUE DOY TENGO LA SENSACIÓN DE NO AVANZAR? ¿POR QUÉ PIENSO DEMASIADO? ¿POR
QUÉ NO PUEDO ESTAR IDIOTIZADO COMO LA GRAN MAYORIA? ¿POR QUÉ?... ¿POR QUÉ?...
¿POR QUÉ?...
Me pregunto muchas veces
porqué soy así, porque tengo que ser tan consciente de que la vida es una mierda,
que tal como la vivimos, tal como la sociedad nos impone una rutina, unas
obligaciones, unas normas, unas prohibiciones,... es difícil vivir, es un
sinsentido, esto no es vida, y a veces pienso que para vivir así, mejor no
vivir. Hay quién se pone metas, objetivos, cree en algo: en un dios, en el
amor,... pero es difícil creer en algo, sino crees siquiera en ti mismo y en
que tiene algún sentido el que cada día te levantes, vayas al trabajo, te
conviertas en una especie de máquina durante unas ocho horas y luego vuelta a
casa,.... ... ... ... y así día tras día. Nadie está contento y sin embargo no
hacemos nada por cambiar las cosas porque no sabemos qué es lo que podemos
hacer, no sabemos cual es la solución porque no la hay, la única solución, y aunque
parezca absurda, es vivir en una dulce ignorancia, ser un iluso, un estúpido
que no piensa ni ve más allá que lo que alcance su mirada. No aspirar a nada
más que las migajas del pastel que caigan en tus manos, y ya está, ser un
conformista, sin apenas voluntad ni decisión, una especie de marioneta que ni
de moverse se preocupa porque ya hay otros que se encargan de ello. No vale la
pena, ¿para qué?... en fin, vivo aburrido y escéptico. ¿La amistad? ¿el amor?
¿la familia?, conceptos que poco me dicen ya, y quizás no sea por desengaños
sino porque no creo en sentimientos que son imposibles en una sociedad como
esta, o en una vida como esta. El hombre está condenado a no vivir en paz
nunca, allá donde vaya, se sentirá obligado a cambiarlo todo y a adaptarlo a su
gusto, con la excusa de que es lo mejor. Así va destruyéndolo todo y creando
mierda a su alrededor, porque si algo hay perdurable que pueda crear el hombre
es mierda: suciedad y basura allá por donde pasa.
No existe un dios, no
existe un diablo, estamos solos ante nuestro destino y de él deberíamos ser
dueños, pero no es así, nos imponemos normas, absurdas en su mayoría para
dominar la vida y las acciones de los demás. No existe un dios, no existe un
diablo, porque si así fuese, ya se hubiesen encargado de destruir la humanidad,
en vista de lo imperfecto de su naturaleza. El hombre es un gran fallo en la
naturaleza, una imperfección, un virus que mata poco a poco. Quizás existan, y
quizás no lo destruyen ¿porqué quién creería entonces en ellos?, ¿cual seria la
razón de su 'existencia', ya que el hombre es el único ser 'racional' sobre
este planeta que puede crear y creer en cosas irreales como entes superiores,
¿quién entonces iba a creer en ellos?, ¿quién iba a adorarlos y a alimentar su
vanidad?.
No creo que le haya
pedido demasiado a la vida, en realidad bien poco, esperaba algo más y ese algo
más no ha llegado y no llegará (me temo). Sinceramente me gustaría estar a
gusto con lo que tengo, y es eso precisamente lo que quiero pero no lo consigo,
siempre quiero algo diferente a lo que tengo y cuando obtengo ese algo distinto
(cuando lo logro) parece que ya no es tan bueno como pensaba o parecía, y es
cuando miro hacia otro lado (para tratar de olvidar de eso que tengo y que no
es lo que yo quería) y descubro que no, que estaba equivocado, que precisamente
esta ahí, mi meta, mi objetivo, mis anhelos están ahí, y comienza la lucha otra
vez para tratar de obtener ese otro 'caramelo' que he visto, y que llena otra
vez mi vida con una ilusión, una nueva meta a conseguir. Pero la magia siempre
desaparece cuando lo consigo, en los casos que no lo consigo, esa es la razón
de mi malestar, de mi 'desgracia', el no conseguirlo, porque así justifico mi
insatisfacción, mi desgana de vivir, mi completa indiferencia ante los
acontecimientos. Saber esto y no saber que hacer para solucionarlo es
desesperante. Cuando hace años tuve la lucidez de intentar suicidarme, ese creo
que fue el momento más pleno y consciente de toda mi vida, el más real y más
consecuente. Nada hay en esta vida que pueda llenar este enorme e insaciable
agujero negro que anida en mi interior, todo se lo traga y desaparece como si
nunca hubiese existido. El Vacío es mi sino y mi sentido de vivir, porque
cuando eres joven te engañan con falsas promesas e ilusiones sobre la vida, y
nada de ello es cierto. La vida no es gran cosa, además de no darte nada, es
simplemente una estancia en una gran mansión, la cual no es más que la estancia
contigua ni menos que la otra ni la de más allá,... todas son igual de
insignificantes y carentes de sentido, porque no existe ese sentido que nos
empeñamos en imprimir a todos nuestros actos y a todas nuestras decisiones.
Nada de lo que hagamos va a cambiar nada realmente, nada,... porque nada somos
y en nada nos convertiremos, por los siglos de los siglos hasta el final de
esta mierda de mundo.
La gente me produce asco,
tengo asco hasta de mi mismo. Deseo una destrucción completa de todo lo humano,
incluidos ellos e incluido yo, ya que no soy especial ni mejor que ellos. Soy
una mierda más puesta en este mundo sin mi aprobación. 27 años son más que
suficientes para poder soportar todo este absurdo que me rodea y que me invade,
es suficiente para ver que todo lo que hacemos no servirá de nada, que ningún
sentido tiene seguir sufriendo y siguiendo una rutina estúpida que no nos
conduce a nada. Mierda de vida, mierda de sociedad, mierda de gente, mierda de
sistema,... MIERDA, mi palabra favorita, sólo ella es capaz de describir sin
esfuerzo mis pensamientos. Madrugo por las mañanas y pienso con ironía:
"¡Bien, otro día más sobre este planeta!. Levantémonos, vamos a producir
la ración de basura de hoy.". Me levanto, no sin un gran esfuerzo de
voluntad (la cual hay que reconocer es considerable, me pregunto de dónde
sale), toso (el tabaco dicen que mata, poco a poco). Salgo de casa, con ojos
dormidos, mi mente todavía atontada, los cascos de mi discman en mis oídos (la
música es lo único que soporto a esas horas, y casi es lo único que soportaría
a cualquier hora). Me dirijo con paso raudo a la estación de tren, que me
llevará a mi y al resto de las abejas obreras a esos campos de concentración
mal llamados empresas. Cuando llego, mi cara (ya con un rictus de amarga
tristeza) empeora hacia un enfado que no puedo dirigir contra nadie, porque
nadie es culpable y al mismo tiempo, lo somos todos y hacia todos lo dirijo. No
hablo, apenas saludo (¿Buenos días?, no para mi, desde luego), me siento en mi
cubiculo, en mi celda. Aun encima, es verano, hace calor, y el aire
acondicionado crea una malsana atmósfera artificial que perjudica más mis
pulmones, ya jodidos por el tabaco. Al cabo de un rato, llega el jefe, ese
temible bastardo, que se cree algo, que se cree que nos posee, cuando realmente
no tiene nada, realmente no es nada, nada más que otra mierda con patas que
camina con una falsa seguridad en si mismo. Me río de su seguridad, me río de
su ficticio poder, porque cuando la muerte llega (y afortunadamente siempre
llega) nada de lo que tiene o cree tener, le va a impedir pudrirse bajo tierra
entre los gusanos. Tomo un café, el estimulante que necesito para mantenerme
despierto y no caer en el sopor del aburrimiento, y en un sueño que trata de
apoderarse de mi ser. Un sueño que realmente seria bienvenido, y mejor
aprovechado que estas horas muertas de mi vida que paso aquí encerrado entre
estas cuatro paredes mugrientas. ¿Por qué no dejarlo?, ¿por qué no escapar?...
sí, suena bien... ser libre, romper las cadenas... pero es irreal. Si sigo vivo
(cosa que continuamente me planteo) y tal como están las cosas, necesito dinero
para comer, pagar una vivienda, ... Y no me pienso convertir en un vagabundo,
porque ya es bastante dura y asquerosa la vida como para aún encima tener que
depender de la caridad humana. No, para ser libre realmente, sólo hay una
solución: la muerte. Aunque no haya nada después de ella, cosa que no sé, es la
única salida para ser libre, realmente libre. Se terminan entonces las
ataduras, trabajar, pagar, llorar, sufrir, reír, soñar, enfermar, el miedo, el
amor, el odio, ... Sólo necesito el método adecuado y podré hacerlo, porque
hasta ahora, he fallado.
Pensándolo bien, no me
hubiese importado nacer si en lugar de ser humano, con su supuesta
inteligencia, hubiese nacido animal. Cualquiera, me es indiferente: desde una
mosca hasta un elefante... Pero al fin y al cabo, animal, ser que sólo existe y
vive, no se preocupa de mañana, no se preocupa de lo que hizo ayer. Para él
solo existe el ahora, un ahora que cambia según sus necesidades: comer,
procrear, descansar, ... Así debiera ser nuestra vida: vivir el ahora, sin
preocuparnos de nada más, sin tantas normas, sin tantas complicaciones, sin
tantas fronteras, ... Ser, existir, vivir, nada más... No deberíamos pensar
tanto, los que lo hacemos y los que no, felices ellos porque de ellos es el
reino de la felicidad y la ignorancia (eternas compañeras).
Soy egoísta, dicen, y lo
reconozco. Sólo pienso en mi, no hago más que quejarme, sin pensar en que los
demás también sufren... Pues si también sufren y quieren acabar con esa agonía,
¿qué coño estamos haciendo?, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo y lo cambiamos
todo? o mejor, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo y nos autoexterminamos
todos?. ¿Por qué me siento tan asfixiado? ¿por qué tan aislado? ¿por qué tan
agobiado?... ¿Quién me ha enseñado a ser así?, ¿por qué he elegido este camino
de penuria y sufrimiento?... ¿Alguien me podría ayudar?, sólo me gustaría ser
idiota para no preocuparme tanto, o ser tan inteligente que desde mi
superioridad no me afecte tampoco la mediocridad y la rutina. ¿Alguien tiene la
sabiduría? ¿alguien la llave de la tranquilidad?... No quiero morir, pero
tampoco vivir así, y no existe punto intermedio, o mejor dicho, sí que existe y
en él estoy: malviviendo, una especie de zombi, un muerto en vida que no se
decide por ninguno de los dos caminos porque no es capaz de llegar a ninguno de
ellos. Soy así desde muy joven, casi podría decir que desde que tengo uso de
razón. Es demasiado tiempo para sufrir. Siempre pensaba que cuando creciese, la
madurez y la experiencia me ayudarían y vería la luz al final del túnel,
incluso (era demasiado romántico todavía) que el amor podría sacarme de la
oscuridad, pero el tiempo pasó, los amores también,... y nada me ha ayudado,
nada ni nadie, porque he llegado a la conclusión de que si hay salida (cosa que
ya dudo) debería estar dentro de mi y que si no la he encontrado es porque esa
salida no existe.
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