Ampliación del campo de batalla / Michel Houellebecq / fragmento
Definitivamente, me decía, no hay duda de que en
nuestra sociedad el sexo representa un segundo sistema de diferenciación, con
completa independencia del dinero; y se comporta como un sistema de
diferenciación tan implacable, al menos, como este. Por otra parte, los efectos
de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo
económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sexual produce
fenómenos de empobrecimiento absoluto.
Algunos hacen el amor todos los días; otros cinco o seis veces en su vida, o
nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres; otros con ninguna. Es lo
que se llama la «ley de mercado». En un sistema económico que prohíbe el
despido libre, cada cual consigue, más o menos encontrar su hueco. En un
sistema sexual que prohíbe el adulterio, cada cual se las arregla, más o menos,
para encontrar su compañero de cama. En un sistema económico perfectamente
liberal, algunos acumulan considerables fortunas; otros se hunden en el paro y la
miseria. En un sistema sexual perfectamente liberal, algunos tienen una vida
erótica variada y excitante; otros se ven reducidos a la masturbación y la
soledad. El liberalismo económico es la ampliación del campo de batalla, su
extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad. A
nivel económico, Raphaël Tisserand está en el campo de los vencedores; a nivel
sexual, en el de los vencidos. Algunos ganan en ambos tableros; otros pierden
en los dos. Las empresas se pelean por algunos jóvenes diplomados; las mujeres
se pelean por algunos jóvenes; los hombres se pelean por algunos jóvenes; hay
mucha confusión, mucha agitación.
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