Doble vida / por Martin Cahais

 Sobre la moda y el culo original.


Para que usted pueda entenderme, y no por falta de chances, sino por comodidad, debería comenzar la nota explicando qué significa la palabra “prototipo”, pero usted y yo sabemos, a fuerza de repetir, a qué se refiere el vocablo. Lo decimos, casi siempre, a modo de insulto, mas le damos un tono relajado cuando hablamos de aparatos y proyectos. Conocer (investigar) la etimología de la palabra es menester, así como lo es para cada término que utilicemos, sobre todo los que pronunciamos a diario. Es porque constantemente repetimos palabras cuyo significado desconocemos. La mayoría sabe, por haberlo oído, que “almohada” proviene del árabe y un maestro repitió que “filosofía” viene a ser algo así como “amor al conocimiento” ¿Alguna vez lo investigó?

 

Pero esta vez voy a expresarme por un concepto que la cultura abriga como recurso ante la ignorancia, o más bien ilusión, que se tiene sobre lo original.

 

  

Los raros de siempre.

 

 

¿No es cierto que en cada época hay diferentes peinados y que los más novedosos parecen una locura?

 

 

En la escuela es muy común burlarse del peinado y la vestimenta de aquellos que no están “a la moda”, es decir, al convencionalismo de turno. El ejemplo también funciona para la música, la religión (hablamos de cuando existe una religión oficial en una región determinada), elección sexual, etcétera… usted me entiende.

Según el rumbo que tome el comercio, lo raro se convertirá en original para ser explotado como “novedad”. La noticia, enseñan en la carrera de periodismo, tiene un valor comercial. Los medios de comunicación pelean por tener la primicia; lo mismo ocurre cuando la moda pega un giro y comienza el viaje hacia la masividad. Entonces Todos quieren tener un peinado nuevo, practicar el veganismo, el feminismo, la militancia y festejar un gol; quieren ser fanáticos y parecerse al Ideal, dejarse marcar a fuego por el amor platónico. Una pieza fundamental, para este sistema de engranajes, es el merchandising.

 

 

 

 

 

 

La vidriera

 

Quiero lo que veo porque eso me representa.

 

<< Soy un rockero, voy a seguir siéndolo hasta que ya no de más >>. << …un hombre culto, amante de las letras, y voy a masturbarme con títulos y títulos que me llenen el culo de respuestas. Pero me aburriré, entonces voy a mirar la tele de soslayo, como quien no quiere>>.

<< …voy a ser un soldado de plomo que defenderá esta Idea; porque antes no se vio, responde a mis necesidades de pertenencia y frío>>.

 

 

¿Violento?

 

 

“Tengo hambre de lo nuevo, de la pertenencia y me quiero parecer”

 

 

Un tipo, un estereotipo de lo novedoso, un monigote de “lo raro”, modela para la revista y el mundo de internet; va tragando fieles que se pierden en las oportunidades del ser o no ser, muy a pesar del dinero. El dinero compra, pero no alcanza para hacerse de la empresa, porque la misma se enriquece a costa del comprador.

 

Queremos pertenecer, entonces aparentamos e invertimos en esa apariencia, en el disfraz perfecto. La, cinta transportadora contiene miles y miles de productos, imitaciones del modelo, capaces de influenciar a nuevos clientes y espantar a quienes no pertenecen al ambiente (a menos que cambien radicalmente de parecer). El mundo Rock y sus producciones audiovisuales lo saben bien; los Rolling Stones, Joplin, Morrison, el mameluco de Robert Plant. Belleza y rebeldía tocando la música del momento; nunca nos vendieron un ídolo mapuche, o mismo se hubiera negado por el arraigo a su propia tradición. Coca Sarli fue sexo y Marilyn Monroe llegó a la necrofilia mental de una multitud.

Me detengo en Britney, que transitó su exhibición masturbando a la audiencia masculina y empoderando el estereotipo de idiota en las adolescentes. Tiempo después, durante la internación, diferente al asesinato de Lennon y el suicidio de Cobain, daba inicio a una era que rechazaría la muerte de un modo nunca antes visto. Reaparecer comenzó a ser un negocio, todo gracias a la promoción del reciclaje. Elvis hubiera estado agradecido, mas no sus herederos. La decadencia, lo caduco, es también un negocio… El ideal es un producto perdurable, no como los perros de raza, que viven la agonía como cacharros quemados.

 

Hasta acá, estará pensando que me puse a escribir que la moda es una mierda, que todo lo dicho es cierto, pero que no contengo una novedad. Ahí está el producto, lo que todos los días lee en las redes sociales y otros medios;

 

<< te vendo mi novedad, mi originalidad, mi cuerpo al desnudo, mi arte, mis reflexiones, mi opinión, mis expresiones constantes. Lo vendo o pretendo regalarlo, compartirlo con aquellos a quienes creo mi público, los que alimentan mi necesidad de mostrarme y ser. Les vendo, como me han vendido, una imagen perfecta (o que al menos lo intenta), y lo vendo o lo regalo porque el otro es un depósito, un comprador que paga como puede. Me sirve la propaganda, me sirve todo lo que me puedas dar a cambio de mis servicios. Me vuelvo loco pensando en cómo parecerme a esa mierda que me venden y que creo estar pagando en cuotas. Quiero ser un reventado, un tipo risueño y pegajoso que festeja la existencia; sueño que me sueñan sentado a un lado del boludo que adornaron con portadas y entrevistas >>.

 

Hoy lo que no es moda, se llama original, lo que en realidad es una moda menos universal, más selectiva, incluso más rancia que los zapatos que todos calzan y el rostro más visto de la televisión.

 

A todo esto, convengamos, que siempre vemos un “loco” a quien no comprendemos; es entonces necesario mirar bien, descifrar, no sea que le compramos a un tranza que vende orégano por prensado.





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